Zape viene de un síndrome de Noé y Diógenes. La propietaria falleció y pasadas unas semanas la familia entró al piso y se encontró el panorama. Cuarenta gatos hambrientos, uno ya muerto y todos sin apenas contacto humano, aterrorizados y sin sociabilizar. Se repartieron los gatos entre varias asociaciones y nosotras nos quedamos con Zipi y Zape. Muchos de ellos murieron jóvenes, suponemos que desde siempre les faltó alimento y cuidados y eso dejó huella. Actualmente se encuentra en una casa de acogida, donde le están ayudando en su socialización y a perder el miedo a los humanos.