Gandalf es uno de nuestros casos más especiales. Apareció en un parking y se dejaba tocar y coger. Le llevamos al veterinario, donde comprobamos que no tenía chip. Al principio era un gato muy cariñoso y tranquilo, pero sospechamos que fue maltratado y, al estar encerrado en una habitación, con gente diferente cada día entrando a limpiar, sus miedos y traumas reaparecieron y empezó a reaccionar con mucha violencia, sobre todo si nos veía con el palo de la escoba o la fregona. Tuvimos que separarle y contactamos con una etóloga. Gracias a nuestros voluntarios Toni y Marc, Gandalf va mejorando su conducta. Cada día recibe una visita de Toni y otra de Marc, que ponen en práctica los consejos de la etóloga y le ayudan a canalizar su miedo y frustración en una reacción que no sea violenta. Gandalf necesita un espacio abierto, pero controlado, donde no se vea aprisionado y pueda seguir mejorando su carácter. Es un gato precioso que le encanta que le acaricien y que continuamente busca que le hagan caso.