Noemí es un caso bastante habitual, por desgracia. Es una gata casera cuya dueña, ya mayor, murió. El resto de la familia no la quería y pasó a nuestras manos. Estuvo un año enfadada con el mundo, pero poco a poco se fue relajando hasta convertirse en la yayita buena que es ahora. Es una gata comilona, tranquila, mimosa y muy buena. Se lleva bien con otros gatos y con los humanos. Le pierden las chuches y las caricias en la barrigota.